Antídotos

| miércoles, 4 de febrero de 2009 | 13:01

Ganas tenía de leer a Kjell Askildsen, y por fin conseguí un ejemplar de Los perros de Tesalónica. Y... me defraudó. Al menos en este libro demuestra ser un plomo, y evidentemente alguien se ha pasado con la medicación al compararle con Cheever o Carver. Lo bueno es que siempre hay antídotos contra el aburrimiento. Al lado tenía otro libro de relatos esperando en la cola: El secreto del arte, de Enrique Murillo. Un señor que le pone a un cuento el título de ELOGIO DEL TRANSPORTE PÚBLICO y sale indemne, es que es muy bueno. Delicioso.