Plátano es

| jueves, 1 de julio de 2010 | 11:37


¿Recuerdan? Oro parece. El tradicional acertijo también podría ser un buen logo para nuestra civilización. La cultura del simulacro, del fingimiento, de lo que parece. ¿Se han fijado últimamente en los anuncios? Pollos brillantes, cafés espumosos y humeantes que casi logran que su sabroso aroma se pueda masticar, helados platónicos... En un negocio en el que los objetos no pueden hablar ni actuar, debe potenciarse la imagen. En los spots de aceites se utilizan glicerinas especiales para que los chorros sean uniformes, en los de helados estos son sustituidos por purés de patata para que no se derritan durante el proceso de rodaje o la sesión de fotografía. y tanto las hamburguesas como los pescados pasan antes por una sesión de making-up dignas de Sara Montiel. Los dos grandes enemigos a los que deben enfrentarse también son los de la diva manchega: la oxidación y la luz. En efecto, los pollos son barnizados por estilistas, las tabletas de chocolate, tan frágiles ante el calor o cuyo corte perfecto resulta prácticamente un milagro, se sustituyen por arcillas coloreadas. En los platos precocinados se eligen las fabas una a una como si participasen en un casting de OT, en las fresas con nata se utiliza espuma de afeitar que mantiene siempre su frescura y su brillo, usándose también como espuma del capuccino; y para lograr esas hiedras de humo que expele el oscuro líquido se utilizan cigarrillos encendidos o plantas recién quemadas. A las copas de cristal recién lavadas con el lavavajillas de turno, se les aplican pulverizadores que provocan destellos azules, evangelistas instantáneos de la limpieza; el hielo suele ser de plástico o cristal; la escarcha artificial se obtiene de mojar una compresa; las personas llevan un proceso de maquillaje, iluminación y retoques digitales... Los profesionales hablan no de mentir, sino de optimizar. Mientras leía sobre el tema, tenía siempre en la cabeza a Bush durante la sangrienta broma de la escenificación de la victoria en Irak, años atrás, con su llegada al portaaviones Abraham Lincoln ante un estandarte con la inscripción Misión Cumplida. El aterrizaje del presidente vestido de aviador, casco en mano, como si volviera de una misión Top Gun, mientras el cámara se tenía que esforzar para encuadrar cuidadosamente la escena a fin de que no se percibiera en el horizonte la ciudad de San Diego, a unas cuarenta millas, cuando se suponía que el portaaviones estaba cruzando el mar en la zona de combate. Nada que ver con los yogures, por supuesto. Pero se parece.

9 comentarios:

Dar dijo...

¿Será que a muchos lo auténtico les da miedo? Como dice Zizek, ahora lo queremos todo descafeinado, para mantener la ficción de nuestra inocencia el "mero" consumidor, para no tener que asumir la responsabilidad/las consecuencias.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Tengo que leer a Zizek. Aunque después de aquella foto en El País con los calcetines...

Ilsa dijo...

La publicidad supera a la ficción:subliminal, engañosa...Quizás hoy en día hay tantos medios,que también tenemos crisis en el arte y en la imaginación.La gente le ha dado poder a la imagen y los estereotipos,lo que importa es vender y ser famoso, aunque no se tenga talento,que por otro lado no está mal ,pero en su justa medida.¿Vivimos en la era del engaño?.Bueno cada uno que crea lo que quiera, pero teniendo criterio y opinión al elegir lo que nos ofertan.
Lo importante es no engañarnos a nosotros mismos.
un saludo.

Rodericus dijo...

Bueno, creo que la exacervación de la imagen en todos los campos, es el simbolo de nuestro tiempo. Hay que vendér como sea en una sociedád sobrada de bienes y excitár al niño-a caprichoso que todos llevamos dentro para que sienta el impúlso del capricho irracionál.

En esa calle de ¿París? de la fotografia, los de tráfico tendrian que hacer una estadistica de siniestros, porque sospecho, que más de un conductór masculino vá a levantár la mirada del asfalto demasiado tiempo, más de lo aconsejable.

George Bush hijo se "escaqueó" del servicio militár obligatorio en Viétnam por la "oportuna" intervención paterna. En aquella época se habia alistado en la Guardia Aérea Nacionál, en Tejas.
No me imagino a ese personaje manteniendo la dignidád encerrado en lo que se conoció como el "Hanoi Hílton" trás sér derribado sobre el norte. Porque dadas sús habilidades, seguro que en sú primera salida, un MIG-21 lo habria puesto fuera de combate.

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Todos tenemos estrías, mentales y físicas. El mito es perfecto para escribir sobre ello, pero es muy peligros creérselo.

Me contaba mi amigo Alan Álvarez que ha notado algo que le está dejando sorprendido: desde que ha ingresado en las grandes ligas de Dj, en las discotecas de San Petersburgo le querían tocar como si fuera un santo sacado en procesión. Flipaba. Él, un paisanín de Oviedo.

Rodericus dijo...

Es peligroso creerse a uno mismo. El callejón trasero de la avenida de la fama está tristemente lleno de juguetes rotos que fueron incapaces de asimilár que un dia dejaron de ser el centro de la atención.

Saludos.

Dar dijo...

Precisamente esas pintas que Zizek tiene son una suerte de bofetón en la cara de lo aceptable en los círculos mediáticos. Es lo que dices tú de los músculos en los círculos literarios. Pues él sale en la BBC en calcetines, jaja...
La verdad es que mira las presentadoras y tertulianas de la tele, se parecen una a la otra como los huevos de la misma gallina. El pelo, la estatura, el cuerpo, la ropa...un producto perfecto y perfectamente intercambiable.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

A mí me dan más miedo los calcetines, pero sobre todo las bolas de los calcetines...

Begoña Argallo dijo...

Que razón tiene Dar en lo de las presentadoras de la tele. Llevo tiempo fijándome en eso, salvo honrosas excepciones porque el modelo tiene tanta clase que no se deja copiar ni aunque se intente el resto parece un calco.
Incluso hay alguna imitadora en gestos y poses de alguna que a mí me provoca un hondo chirrido.
Se ha perdido la sinceridad, la naturalidad y si me lanzo hasta la humildad en los medios, pero una que me encanta, Mariló Montero.
Saludos