Bélgica 5 y final: Brussels

| jueves, 7 de octubre de 2010 | 0:44

Bruselas es la ciudad tranquila. Con sus edificios de dos, tres plantas, de fachadas armoniosas -salvo desmanes urbanísticos puntuales-; una ciudad lenta, muy burguesa, acogedora, que se deja recorrer, observar, a veces como una antigua y experimentada amante, y otras como una adolescente que busca nuevos magisterios. Últimamente tengo el punto poético. Quién lo iba a decir.






Un poquitín alejado de la ruta guiri, una de esas sorpresas espléndidas que repara el vagabundeo: la iglesia de Notre Dame du Sablon. Gótico brabantino. Soñarán con el juego de luces de sus vidrieras. Desde hoy ya es una de mis preferidas del mundo mundial. Bárbara.



Yo, que rezaba al cielo de las hefe-bier, últimamente me he cambiado de chaqueta. Era tal la variedad, la calidad y la sabrosura de las cervezas belgas, que a veces tenía la impresión de que Baviera era Barrio Sésamo comparado con Flandes. Lo mío va por épocas. Faro Lindemans es una de esas pequeñas virguerías que hacen estos señores. Levadura, cereal, canela, naranja, clavo, humo, y su corona de espuma como un merengue, espesa y cremosa. No lo olviden: el mejor trago de cerveza es siempre el primero.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente Bruselas es una ciudad con gran encanto.
Muchos pensarán en ella como una ciudad desabrida y tremendamente aburrida, copada por legiones de grises funcionarios que llegado el fin de semana huyen a sus lugares de origen dejando las calles de la ciudad sumidas en un brutal abandono. Pero nada hay menos cierto que eso. Bruselas es una ciudad viva, alegre, intensa como pocas: sus barrios del sur, especialmente Les Marolles y St Gilles, y la maravillosa plaza de Le Grand Sablon, representan una invitación sin matices al movimiento, al disfrute epicúreo de la noche, a la exaltación de los sentidos. No en vano, la ciudad se caracteriza por poseer un surtido casi interminable de restaurantes de toda clase y condición, prueba del gusto de los bruselenses por los placeres más sencillos.
Es además una ciudad bella. Además de la magnífica Grand Place y sus alrededores, existen muchas otras zonas donde disfrutar de un agradable y reconfortante paseo y recrearse en la estilizada arquitectura de muchas de sus zonas urbanas. Bruselas es una de las ciudades europeas donde más fachadas estilo Art Nouveau pueden encontrarse (aquí vivió y murió uno de los máximos impulsores de este movimiento artístico, Victor Horta). Merece la pena, por tanto, dedicar varios días a la ciudad, disfrutar de cualquiera de sus justamente famosas cervezas sentado en uno de los viejos cafés que todavía se conservan como antaño y degustar su bien considerada cocina sin tener que asumir un coste excesivo y sin preocuparse demasiado de la zona en la que nos encontremos.
Por cierto Ignacio, interesante la fotografia que has puesto de la fachada del edificio de los antiguos almacenes Old England. Es una de las más bellas fachadas modernistas de la ciudad que actualmente alberga el museo de los instrumentos musicales.
Bruselas, al igual que el resto de las ciudades belgas, es una pequeña joya a recorrer y descubrir.

Ilsa dijo...

La cerveza belga que he probado ha sido la Chimay roja y la azul.Me recomendaron que la tomara a temperatura ambiente nunca fría, ya que es para degustar, no para refrescar y además acompañarlas de un buen queso curado.Me encantó , os la recomiendo.Y me apunto la que has recomendado.

Un saludo.