Épica de las de verdad

| lunes, 28 de mayo de 2012 | 9:59


Como últimamente estoy un poco harto de escuchar tanta pijada acerca de la épica, les traigo este documento: la carta que le mandó Lope de Aguirre al Emperador. Tengo para mí que existen pocos o ninguno como este escrito, un soldado que le declara la guerra universal al rey del mundo. Lo traigo a colación para recordar, en esta hora de lamentos y tonterías, lo que fuimos, nuestra actitud, nuestro valor. Con todas nuestras sombras, que fueron legión. Pero también con todas nuestras luces. Nosotros, como los viejos romanos, como los americanos, también desdeñábamos el optimismo, porque teníamos expectativas, que es diferente. 


http://www.elortiba.org/pdf/lopedeaquirre.pdf

6 comentarios:

Begoña Argallo dijo...

Después de leer la carta, tan extensa como interesante uno se da cuenta de que el mundo no ha cambiado tanto.
A día de hoy sigue habiendo quien descubre peces, y quien a pesar de descubrirlos no puede comerlos. Pues le son robados.

Como digo, es una carta muy interesante de la que se pueden hacer muchas lecturas. Y todas interesantes.
Saludos

Anónimo dijo...

Impresionante carta, sí señor, hace tiempo ya que la había leído pero siempre es grato volver a hacerlo. Como atenuante, está el contexto histórico. Imaginaos sobrevivir en esa época a una expedición en la jungla de la que desconoces si te morirás de hambre, con un objetivo basado en conjeturas místicas y religiosas, Lope de Aguirre era del norte y el clima en la selva es sofocante, las jornadas largas y extenuantes, la ropa y el calzado desechos por la humedad, la madera se pudre, el agua es caldo de cultivo, el jefe da síntomas de loco visionario de fe ciega, y si das marcha atrás te ejecutan por desertor. Y tras todos esos sacrificios y calamidades, ver como son otros los que se llevan la gloria.

Rodericus dijo...

No se puede comprender a Lope de Aguirre sin conocer su tiempo, ni su origen.

Nacido en las vascongadas, un territorio asociado a Castilla bajo la figura de los señoríos de Vizcaya y Guipuzcoa, con fueros de gobierno propio que perduraron casi hasta el final del siglo XVII, y que aseguraban a sus habitantes, capacidad para regir su forma de vida sin intervención directa de la corona castellana primero, y española después. Sus naturales tenían reconocida la hidalguía solo por el hecho de serlo, lo cuál les certificaba la "limpieza de sangre" por encima de los manejos de la Santa Inquisición, cuyo poder en aquella época contaminaba la cohesión sociál.
Resumiendo, un hombre libre, consciente de sus derechos y obligaciones para con la corona, al servicio de la cual estaba.

Enfurecido como estaba por los escándalos y la corrupción de los funcionarios que supervisaban la hacienda real, y que se enriquecían de paso, decidió tirar por la calle de en medio, y aplicó aquello tan conocido "de perdidos, al río". Y quizás, nunca mejor dicho.

¿ Crueldad ?. No creo que mucha mas de la que aplicaban los españoles a los indígenas, y estos a su vez, a los españoles. Una crueldad que sigue perviviendo hoy en otros rincones del mundo no tan lejanos al nuestro.

No puedo quitar de mi memoria la grabación de vídeo hecha a través de aquél helicóptero norteamericano en Bagdad disparando contra un grupo de paisanos indefensos, y liquidando a su vez a aquellos que corrieron para intentar socorrerles. A esa crueldad, se le llama eufemisticamente daños colaterales, cuando realmente es un crimen consciente.

Al menos, el valor y el coraje de Aguirre estaban inspirados por las injusticias de las que había sido testigo, y que se habían cometido en nombre del Rey.

Me cuesta reconocer en nosotros, y mas en estos tiempos de perplejidad, a los descendientes de tipos como este. No quiero saber como habria reaccionado Aguirre, si un "cambista", un banquero le hubiese evaporado los ahorros de su vida con el asunto de las "participaciones preferentes".

¿ Como hemos llegado hasta aquí ?. Degenerando, supongo.

Saludos.

IGNACIO DEL VALLE dijo...

Bueno, y si leéis la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo, estonces tendréis una depresión. Yo llevo cien páginas y no entiendo como hemos llegado a esto con genes como los de aquellos señores: como decía Bernal, "esto está de mala manera".

Rodericus dijo...

Leí hace algún tiempo una parte de la cronicas de Bernal Diaz, y hace unos meses un ensayo sobre la exploración y colonización por el virreinato de Méjico de lo que ahora es el sur y la costa oeste de Estados Unidos, "Banderas Lejanas", editado por EDAF.

Una docena de "Dragones de cuera", jinetes lanceros, eran capaces de mantener pacificado un territorio de 500 kilómetros cuadrados, y asegurar que los colonos y las tribus pacificas cultivasen sus tierras a salvo de las incursiones de Apaches y Navajos.

Lo dicho, eran tipos de una sola pieza.

Saludos.

Jorge Álvarez dijo...

Como visitaré Méjico este verano me estoy empapando de todo lo referente a la conquista y las culturas mesoamericanas, tanto con libros de Historia como releyendo viejas novelas: la de Lazslo Passuth, la de Salvador de Madariaga... el realto de Bernal Díaz lo leí hace tiempo.
La épica que destila la aventura de Cortés (y también la los que intentaron resistir, aztecas, mayas, tlaxcaltecas...) es perfectamente equiparable a las de Alejandro, Aníbal, César, Genghis Khan o Napoleón. La única diferencia es que a ninguno de éstos se les juzga.
Creo que el caso de Lope de Aguirre es distinto. Ya conocía la carta y varios libros sobre su peculiar viaje y rebelión y, personalmente, me parece un psicópata, lo cual resulta aún más interesante porque su historia combina épica con delirio, atrevimiento con desfachatez y valor con desesperación.
Y si encima le ponen la cara de Klaus Kinsky es una maravilla.